Se dice que los amigurumi provienen de la cultura japonesa, donde literalmente amigurumi significa "peluche tejido". En sus comienzos las personas acostumbraban a tejer animales principalmente, pero con el tiempo muchos tejedores nos han demostrado que se puede crear un mundo infinito con esta técnica.

En un comienzo yo los tejía siguiendo patrones que encontraba en internet pero no pasó mucho tiempo para que me lanzara a crear mis propios diseños. No es una tarea fácil… porque todo tiene que calzar para formar la figura que tienes en mente, pero cuando algo te inspira y te llena llegas a asombrarte de ver todo lo que eres capaz de crear.

A mí una de las cosas que más me gusta de este mundo es su simpleza, ya que (casi) con sólo un punto (medio punto o punto bajo) puedes crear un sinfín de diseños. Y me llena el alma que la mayoría de las veces los más beneficiados son los más pequeños de la casa, porque son ellos los que más disfrutan de este tipo de creaciones.

Hacer un juguete con tus propias manos para ese niño o niña que tanto quieres, tiene un valor incalculable. Es una de las demostraciones de amor más grandes de que un niño(a) puede recibir y asimilar. Ahora, si los puedes hacer parte del proceso de tejido, ¡mucho mejor! Yo he tenido alumnos de 7 años en adelante y es increíble cómo desarrollan su motricidad fina, su lógica matemática y su paciencia, y cómo se involucran al estar creando algo que realmente les gusta, con sus propias manos. Para crear un amigurumi, sólo necesitas un crochet, un ovillo, una aguja y relleno. Una vez que dominas el anillo mágico y el punto bajo, ¡estás lista! Los patrones son fáciles de leer o mejor dicho son bien lógicos.

Quizás si nunca te has animado a tejer un amigurumi no me vas a creer, pero en serio te invito a darle una oportunidad a este maravilloso mundo, verás que si yo lo puedo hacer, tú también podrás.

¡Mi única advertencia es que tengas cuidado!... Porque es extremadamente adictivo.